La montaña.
La montaña se imponía majestuosa, surgía de la espesa vegetación de la isla, yo, en la playa, repasaba todo el equipo, todo lo imprescindible para escalar estaba instalado en uno u otro lugar de mi cuerpo. Dejé todo lo demás bien recogido en la tienda de campaña, como era necesario, y siguiendo con mi ritual empecé a concentrarme para despejar mi mente, en lo que para mí era una esencial y breve sesión de meditación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario