Lo primero que pensaron era que debía tratarse de un Dios, pero no podía ser, era pequeño y tan blanco que relucía, todos querían tocarle. Pero alguien les alertó, su piel no era oscura, era de un blanco enfermizo y esa estatura no era habitual, podía haber surgido de cualquier rincón, de las entrañas de la tierra, sin duda era un pequeño demonio que había salido a jugar con ellos.
Diana Colomer.
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